Con extendidas sonrisas y exultante alegría, los niños de nuestra iglesia conmemoraron su octavo aniversario.
Pero no fueron los únicos a expresar su gozo inconmensurable: los padres no escondían la gratitud a Dios en ver sus hijos vivir una suerte que no tuvieron (crecer en la casa del Señor), las hermanas profesoras exultantes por lo hermoso que resultó su organización y toda la iglesia elevaba a Dios acciones de gracias por lo grandioso de su amor.
No cabe dudas que todo resultó bello para la gloria de nuestro Señor Jesucristo y las fotos hablarán por si mismas.